Nativos de Klocker: Conectar con la profundidad del sur.

Desde 9.000 UF | 5.000m | Condominio exclusivo | Vista al volcán | Acceso al Lago |

Hay lugares que parecen dibujados con detalle, donde el viento se cuela entre los árboles, el lago se asoma sin prisa y el volcán, a lo lejos, cuida en silencio. Este es uno de esos rincones: Nativos de Klocker es un refugio natural donde todo invita a bajar el ritmo, respirar profundo y volver a comenzar.

A solo 12 minutos de Puerto Octay, este proyecto ofrece parcelas de 5.000 m² con acceso directo al Lago Llanquihue y vistas abiertas a los volcanes. Aquí, las mañanas se sienten distintas: un café al borde del lago, el crujido de las ramas húmedas bajo los pies y una caminata que termina en el muelle al atardecer que solo el sur puede regalar.

A su alrededor, la vida late con fuerza: trekking, rafting, cabalgatas y excursiones en plena naturaleza, junto con un crecimiento sostenido de servicios turísticos que dan vida a la zona. Pero lo esencial está intacto: la quietud, el verde profundo, y la sensación de estar justo donde uno quiere estar.

Este lugar es una invitación a imaginar una vida distinta para el futuro con historias por venir: tierra viva, tranquilidad profunda y la promesa de una vida que respira al ritmo del lago y los volcanes.

El proyecto se encuentra muy bien conectado con los principales atractivos turísticos de la región: a tan solo 12 minutos de Puerto Octay, 18 minutos de Lago Rupanco, 35 minutos de Osorno, 35 minutos de Frutillar y ⁠a 1:30 hrs. del cruce hacia Bariloche.

Datos prácticos del condominio:

• Condominio exclusivo de 20 parcelas, todas con rol propio.
• Área común en la orilla del Lago Llanquihue y muelle propio con embarcadero.
• Zona de juegos infantiles.
• Se encuentra en un área con vistas privilegiadas del lago Llanquihue y de los volcanes que lo rodean.
• Luz con cableado subterráneo.
• Caminos interiores de ripio compactado.
• Red de agua para todas las parcelas.

El barrio: Puerto Octay, historia viva entre el lago y los cerros

Desde sus orígenes como puerto lacustre en el siglo XIX, Puerto Octay ha sabido conservar algo esencial: el vínculo entre paisaje, memoria y vida cotidiana. Fundado por colonos alemanes y chilenos, fue uno de los primeros asentamientos en el lago Llanquihue, cuando aún se navegaba más de lo que se caminaba, y el comercio llegaba en vapores.

Hoy, esa historia se respira en cada rincón. En su plaza de armas, rodeada de árboles antiguos. En la iglesia San Agustín, construida en 1904. En el Teatro Octay, que fue cine, escenario y refugio cultural. En las casonas de madera y tejuelas que aún se mantienen en pie, algunas convertidas en cafés, hospedajes o espacios comunitarios.

Puerto Octay no es un lugar que se recorra apurado. Hay que caminarlo, dejarse invitar a una conversación larga, sentarse a mirar cómo cambia la luz sobre el agua. Porque aquí la historia no se exhibe, se habita.

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