La Lira: la panadería artesanal que crece junto a un bosque nativo del sur.

Israel Pimentel (45) es director audiovisual de profesión, pero también fundador de la micro panadería "La Lira" en Frutillar. Hoy comparte su camino al sur y el secreto que convirtió su receta en un ritual semanal que reúne a vecinos y amigos en torno al sabor del sur: crujiente, cálido e imposible de olvidar.
¿Cómo llegaste al Sur?
Con Valentina, mi esposa, nacimos fuera de Santiago. Ella es de Viña y yo de Peñaflor. Ambos nos criamos con un estilo muy distinto al de la ciudad y siempre tuvimos el bichito de irnos a vivir fuera de Santiago. Nos gustaba mucho el sur y habíamos venido de paseo varias veces, pero el plan nunca pasó más allá.
En Santiago nos compramos y remodelamos una casa de los años 40 en el barrio Matta Sur, que nos quedó muy linda. Estuvimos viviendo ahí cerca de cinco años, hasta que llegó la pandemia.



Reportaje Revista Paula: "Los metros cuadrados de Valentina de Aguirre" - Fotografías: Alejandro Araya
Con la pandemia, todo cambió. Cerraron la revista donde trabajaba la Vale y como yo trabajaba de forma independiente, los planes de migrar de la ciudad volvieron a aparecer.
Estábamos cansados del encierro y pensábamos: ahora es cuando nos podemos ir al sur, parece que lo del teletrabajo se viene fuerte... ¡entonces hagámoslo!
Lo conversamos una semana y nos pusimos a sacar cuentas, evaluamos en cuánto podríamos vender nuestra casa y miramos algunos lugares para hacernos una idea de donde podríamos vivir. Nos alcanzaba para poder comprar una parcela y construir.
Vendiendo el sueño: cómo convencimos a las niñas.
Para concretar el plan, teníamos que definir cómo les decíamos a las niñas que queríamos irnos a vivir al sur. Dijimos: ¡hagamos un Power Point! y armamos una presentación súper detallada para decirles por qué nos queríamos ir al sur. Buscamos fotos hermosas del Teatro del Lago, de las parcelas, las clases de ballet, y del que sería su futuro colegio. Vendimos tan bien la idea, que incluso les dijimos que se parecía a Bahía Aventura (de los Paw Patrol) y eso ¡les encantó!



La verdad, es que estaban agotadas de estar encerradas. En nuestra casa no había mucho verde y esto, también era un sueño para ellas. Y así, nos vinimos a vivir a Frutillar en la última gran ola de migración al sur.
Buscar y elegir el barrio donde vivir.
Cuando comenzamos a buscar sabíamos que queríamos un lugar que tuviera una propuesta más sustentable, con bosques, y cuidado por la naturaleza. Acá cada parcela tiene un corredor biológico, hay una laguna, parques y eso nos gustó. De repente estas lavando la loza y ves pasar una liebre o un zorrito, eso es muy lindo.
Buscando constructora nos apareció un aviso de Mawunko. Ellos ofrecían un modelo de sustentabilidad aplicado a todo el proceso constructivo con diseños eficientes, puntos de reciclaje en la construcción, separaban los desechos, etc.
Elegimos un modelo de casa prediseñado que calzaba justo con el presupuesto que teníamos y empezamos a construir. Mientras tanto, arrendamos una cabaña muy chiquitita donde nos congelamos. Era una casa con cero aislación: cuando había viento las cortinas se levantaban por dentro de la cabaña.
Hoy nuestra casa es calentita, cómoda, nos funciona perfecto. Resultó ser un buen modelo para el sur.


Cuéntanos de ti y tus proyectos:
Soy Israel Pimentel, director audiovisual, y también panadero.
Estudié periodismo y ahí descubrí que podía elegir dirección audiovisual, algo que he podido desarrollar apasionadamente.
Trabajé en la universidad, hice clases, televisión, y después me dediqué al mundo independiente. Ahí, me sumé a Mafi (Mapa Filmico de un País), colectivo de cine documental chileno donde aprendí muchísimo y lo pasé muy bien. Hicimos dos largos documentales: Propaganda y Dios, películas con las que fui a Suiza a presentar y nos ganamos varios premios. Fue mi momento de fama.


Aprendí mucho en ese tiempo: a leer el espacio y anticiparme a las acciones que van a suceder, a ver dónde poner la cámara, el micrófono y definir el diseño sonoro que le quieres dar a una escena. Esta experiencia me sirvió para entrenar la mirada documental y desarrollar habilidades sociales para que las personas se sientan cómodas frente a las cámaras. Y desde ahí, maravillarte con lo que sucede.
Hoy tengo Brasa Producciones, productora audiovisual donde realizamos videos documentales de nuestros clientes. Definimos los objetivos comunicacionales en conjunto y luego nosotros nos encargamos de todo: construimos el hilo conductor para transmitir el mensaje principal, hacemos las entrevistas, el video y su posterior edición.
¿Cómo nace La Lira?
Cuando llegó la pandemia, nos dimos cuenta de que en nuestro barrio había un pequeño ecosistema gastronómico. Había distribuidoras de queso, huevos, una vecina que preparaba mermeladas de naranja irresistibles, y yo tenía la suerte de contar con un permiso para salir. Así nació “Despensa Lira”, inspirado en la calle donde vivíamos.
Empezamos ofreciendo queso, huevos, café y nueces. Con cada pedido armaba mi ruta, y salía con el auto cargado a repartir. Llevaba queso de Linares, huevos de Temuco, almendras de la tostaduría Talca… y me iba súper bien. Así iba salvando y apuntalando la economía de la casa.
Para distraerme del encierro, volví a un antiguo gusto: el pan de masa madre. Hace unos años había tomado unos cursos con Tadeo Castelvero, chef de La Popular y ahora era el momento perfecto para retomar.
Horneaba pan para nosotros y le mandaba de regalo a mi familia, ellos siempre me decían: “este pan está increíble, deberías venderlo”. Pero tenía un horno super chico, apenas cabían tres panes, así que era difícil agregarlo a los productos para ofrecer.
Tiempo después, cuando llegué a Frutillar me traje mi masa madre. Empecé a hacer pan y a ofrecerle a los nuevos amigos. El pan empezó a gustar, y se empezó a correr la voz de "el pan de Israel".
"Lo que hace tan especial mi pan, y que sea tan rico es que es una masa madre que crece junto a un bosque nativo".
Con el cambio de ciudad, “Despensa Lira” dejó de tener sentido. Ya no vivíamos en la calle Lira y el pan comenzaba a ser protagonista, así que rebautizamos el proyecto como La Lira. El nombre, además, evocaba un aire italiano que me gustaba y coincidía con un detalle técnico: en las batidoras existe una herramienta llamada “la lira”, con forma de corazón, que revuelve la masa. Todo calzaba.



Los desafíos de emprender
Darme a conocer y amasar al mismo tiempo no ha sido fácil, pero de a poco he ido creciendo entre los apoderados del colegio y diferentes comunidades que conocen mi pan. Incluso, tengo personas con alergia alimentaria que me encargan de a ocho panes.
Hoy La Lira es una empresa formal, cuento con un horno semi industrial, y puedo producir a una escala mayor en cada horneada. Vendo pan, focaccias y masas de pizza a pedido. Y cuando tenemos ferias se suman los productos dulces como muffins y rollitos de canela.
Mantengo la panadería en paralelo a mis actividades audiovisuales. Horneo los lunes, miércoles y viernes y aviso a los clientes por Whatsapp. Y ojo porque los viernes es el día más codiciado, ¡más vale asegurarse temprano porque el pan de La Lira, vuela!

Taller presencial de "La Lira"
Pronto habrá un taller para aprender a hacer pan en La Matriz, y también comenzarán a hacer el evento "Ñoquis del 29", donde puedes aprender a hacer tus pastas, compartir con amigos y tomar vino. ¡A estar atentos!

Pan de masa madre hecho en casa 🧡
Pedidos por DM, entregas en Frutillar urbano.
Hoteles - Restaurantes - Eventos Privados.
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Fotos y producción: Equipo Camino Sur