Crear desde el sur con intención: moldear lo invisible y pulir lo esencial.

Crear desde el sur con intención: moldear lo invisible y pulir lo esencial.
Veronica Silva Bruce - Fundadora de Orfelia Joyas

Después de una vida dedicada al arte y la enseñanza, Verónica Silva (44) encontró en la orfebrería un camino espiritual y transformador. Desde su conexión profunda con la naturaleza, nace Orfelia: un espacio donde cada pieza busca crear un vínculo delicado entre quien elige una joya y el momento que está viviendo.


¿Cómo llegaste al sur?

Desde chica siempre quise irme de Santiago. Me atraía mucho disfrutar de la manera más sencilla estar en la naturaleza, y tengo lindos recuerdos con mi papá saliendo a acampar y enseñándonos a hacer el fuego.

El gran impulso para venirme llegó cuando quise buscar una educación distinta para mi hijo. Postulé al colegio Kopernikus porque no me gustaban los colegios en Santiago, y eso fue lo que terminó de empujarme a salir de la ciudad.

Llegué con algo de susto por la lluvia, pero acá descubrí que la lluvia es mágica y la aprendí a querer. Después de que llueve siempre viene algo: el olor a tierra mojada, los arcoiris, el sol abriéndose paso entre las nubes. Es algo hermoso.

¿Cómo nace tu interés por el arte?

Siempre me ha gustado trabajar con las manos, ensuciarme. De chica hacía cerámica con mi mamá en su taller, y tengo ese recuerdo muy vivo: las manos metidas en el barro, la concentración tranquila y la alegría de hacer algo con forma propia.

"Hoy siento que soy una mezcla de esos dos mundos, y que fueron las grandes enseñanzas que me quedaron de mis viejos: el amor por el arte y la admiración por la naturaleza".

El nacimiento de Orfelia.

Estudié artes visuales y luego hice una especialización en educación. Al principio me dediqué al arte: hacía exposiciones, vendía mis obras, daba clases de dibujo en mi taller y trabajé varios años en colegios.

Pero llegó un momento en que sentí que necesitaba un cambio, algo nuevo que me volviera a inspirar. Cuando chica había tomado un curso de orfebrería y me había encantado, y esas ganas volvieron a nacer en mi. Tomé un curso, y me gustó tanto que no pude parar y decidí dedicarme por completo a la orfebrería.

Durante la pandemia empecé a vender mis primeras joyas y así nació Orfelia.

La marca nace de una mezcla entre “orfebrería” y Ofelia, un nombre de mujer que me encanta con el oficio que hoy me apasiona.

¿Cuál es el sello de tus creaciones?

Creo que mi sello está en entregar algo más que una joya. Es compartir una energía positiva, algo que nace desde la naturaleza y llega directo a las personas. Lo mío no tiene que ver solo con “verse linda”, sino con cómo te hace sentir lo que llevas puesto. Cada joya tiene un sentido y una intención.

Me gusta pensar que acompaño a otros a través de mi trabajo. Que alguien elija una piedra porque la necesita en ese momento de su vida. Que esa joya la acompañe, la sostenga, le recuerde algo importante. He regalado muchas piedras con ese fin: para ayudar, para cuidar.

Mi inspiración nace de la naturaleza y del sur. De los árboles, de sus hojas, de lo que representan. Cada diseño que hago tiene un simbolismo profundo, una historia que lo sostiene. No se trata solo de crear algo bonito, sino de que cada pieza lleve consigo un sentido.

Para mí, la naturaleza es sagrada. Acá en el sur, entre los árboles, el agua y el silencio, me reencontré. Salgo a correr y me meto al lago como un momento espiritual. Me sumerjo y me conecto con algo más grande, con el universo, con una energía divina. La naturaleza es perfecta, y lo que hago es mi manera de compartir esa conexión con otros, todo mi trabajo nace desde ahí.

Siento que quienes me compran se llevan eso. Una joya, sí, pero también un pedacito de ese mundo que me inspira tanto. Muchas veces me ha pasado que alguien me llama después de comprarme un picaflor, cuando muere un ser querido y sienten que ese picaflor los visita, y me dicen que sienten esa conexión. Y yo también lo creo. Siento que acompaño en esos procesos, que mi trabajo toca algo más profundo.

La orfebrería me abrió un camino espiritual que en la ciudad tenía muy dormido.

Mi taller, mi rincón favorito.

Mi taller es el espacio creativo donde me encanta estar. Para mi significa que ahí nace lo que soy, es un encuentro conmigo misma, un lugar donde aprendo y se me ocurren ideas. No todos los días puedo estar ahí, pero cuando lo hago lo disfruto profundamente.

Un consejo por si quieres emprender en el sur

Para mí, emprender en el sur ha sido increíble. En mi caso, me apoyo mucho en el turismo: dejo mis joyas en hoteles y diferentes lugares turísticos, y eso me ha abierto un gran camino. Una parte importante de mis clientes son viajeros que vienen a conocer esta zona, y además vendo por internet a todo Chile.

Acá en el sur muchas veces hay miedo, como si no hubiera posibilidades laborales. Pero esa es una mirada muy centralista. Yo creo que en el sur si hay trabajo, y se puede emprender. Hay movimiento y oportunidades, y si no las hay uno las puede crear.

"Lo más importante al emprender es que te apasione. Que realmente tengas ganas de hacerlo. Porque si vas a dedicar tu tiempo y tu energía a algo, tiene que haber algo más profundo que solo lo económico. En mi caso, la orfebrería realmente me apasiona".

Consejos prácticos para alguien que se quiere venir al sur

Si te vas a parcela, es importante tener en cuenta que es una vida más rústica. A veces se corta el agua, se corta la luz, o si te calefaccionas a leña tienes que preocuparte de eso. Yo lo primero que hice fue comprarme botas de agua para salir al jardín, tener equipamiento para salir al pasto mojado.

Venirse al sur es venir a vivir una vida más simple, más sencilla. Tomarse todo con más calma, disfrutando el día a día. Porque venirse y estar todo el rato en modo ejecución no es para estar acá. Hay que darse los momentos para caminar, para mirar el paisaje, para ir a buscar a tus hijos con calma.

Acá en el sur he aprendido a hacer una vida más lenta. Todavía me queda algo del ritmo apurado de Santiago, pero cada vez menos. Le he dado valor a bajar las revoluciones, a mirar el paisaje, a disfrutar del día a día.