Adiós EEUU, Hola Frutillar.

Con casi cuatro años viviendo en el sur de Chile, hoy pueden decir que su hogar está aquí. Carla (37) y su familia encontraron en Frutillar ese lugar donde todavía se valora el contacto humano y hay espacios para descubrir y hacer cosas nuevas. La música, el deporte y el amor por la naturaleza son parte de esta familia que hoy nos comparte su camino al sur.
¿Cómo llegaste al Sur?
Cuando tenía 20 años hice un viaje con mi familia a Chile y me encantó. Luego, el 2009 decidí volver a hacer un intercambio por la universidad en Valparaíso. Años más tarde con la pandemia nos decidimos a volver. En EEUU estábamos bien, pero queríamos probar algo nuevo, diferente y nos lanzamos lejos, ¡bien lejos!
Comencé a buscar colegios en Santiago y en la quinta región, y una amiga de Puerto Varas me habló de un colegio de Frutillar. Lo investigué y me encantó, y eso me impulsó para postular y decir "lo voy a hacer". Vendimos todo, los autos, la casa y nos vinimos a vivir al sur.
¿Qué es lo que más valoras de vivir en Frutillar?
La comunidad. Acá las amistades se han convertido en mi familia y fue un gran descubrimiento darme cuenta que a mis 35 años pude construir una comunidad de nuevo, hacer amigas y volver a partir. Desde la universidad no hacía algo así. Además, ver cómo lo hacen mis hijos y otras familias que llegan es muy lindo, compartir esa experiencia de estar todos haciendo nuevas amistades y armando una comunidad lo valoro muchísimo.
También, toda la riqueza local que nos hace sentir que vivimos en una pequeña ciudad me encanta. En EEUU todo se pide online y llega a la casa, no hay que salir a hacer nada. Acá sí me falta algo voy a la ferretería y tengo que ir a conversar con una persona, o las recetas del médico se escriben a mano. Estas conexiones sencillas del día a día ya no existen en grandes ciudades y para mí es importante seguir teniendo relaciones humanas, que no se pierdan.
Además, me siento muy segura, me han pasado cosas que no puedo creer. Una vez perdí mi celular y llamamos y me lo tenían guardado en el Teatro, y como si fuera poco ¡me lo estaban cargando! Yo no lo podía creer. Obviamente pasan cosas como en todas partes, pero no me siento insegura ni expuesta a nada. Al contrario.
¿Qué descubriste viviendo acá?
Vivir acá hizo que se abrieran muchos espacios y tiempos, y no solo para los niños. Mi marido comenzó a prepararse para la triatlón y nada en el lago en las mañanas, y yo tengo tiempo para tocar violín. Si eres músico, es una ciudad de mucha cultura. Si te gustan las manualidades y los oficios, también. Siempre aparecen necesidades pero la comunidad responde y se están creando continuamente nuevas opciones.
¿Cómo es su estilo de vida?
Algo muy importante para nosotros es vivir cerca de la vida que hacemos. Nos vamos caminando en la mañana al colegio y mis hijos tienen la mayoría de sus actividades dentro de la ciudad. Tenemos el privilegio tremendo de trabajar desde la casa y hacer todo desde ahí.
Vivimos un tiempo en una parcela y nos dimos cuenta que no era para nosotros. Hay gente que le gusta estar en el campo, tener su huerta, tener su espacio y yo pensé que quería lo mismo pero lo probé un año y concluí que prefiero tener menos espacio físico pero estar más conectada.
Ayer fui a buscar a mi hija al colegio y nos fuimos en bici a su clase de violín y de ahí se fue en bici a la casa. Me gusta esa sensación de libertad, de poder caminar y no tener que ocupar el auto. Obviamente lo uso, pero moverme en libertad y no depender de éste, es algo que valoro profundamente. He descubierto que quiero eso para mi familia y hacerlo acá es posible.
¿Qué es lo más difícil de vivir en el sur?
El primer año el desafío fue conocer personas y establecerme con mi familia. Y ahora, encuentro que el clima es la parte más difícil pero no por el frío sino que por la falta de luz. Es importante tener buenas ventanas, que entre mucha luz a tu casa y contar con una buena calefacción.
El barrio
Hoy arriendo una casa en un barrio muy tranquilo donde viven varias familias de distintas generaciones. Hay personas jubiladas, familias con niños, y otros que vienen de vacaciones. Es una calle sin salida por donde no pasa nadie. Los niños salen a jugar y andar en bicicleta después del colegio. Me acuerdo que para el 18 se juntaron todos en un terreno desocupado, que es como "el terreno comunitario" y celebraron juntos las fiestas patrias. Además, hay un grupo por el que nos comunicamos y pedimos huevos, muy de barrio.

Consejos para alguien que se quiere venir a vivir al sur
Si es que tienen hijos, este lugar es ideal. La ciudad es chica pero tiene de todo, tenemos colegios excelentes y demasiadas actividades y panoramas. Y sin hijos también, para mi este es el lugar más hermoso que he visto en mi vida, estas en una ubicación privilegiada donde hay opciones infinitas para salir a conocer y en una hora puedes estar en un trekking viendo cascadas, subiendo al volcán, en un parque nacional, etc. Así fue para mi. Así llegué yo.